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Superar una RupturaHoy voy a hablar de las ex parejas que se convierten en una especie de pesadilla por no aceptar la realidad de una separación o divorcio. Hoy vamos a observar y analizar la situación de una ruptura amorosa no desde el punto de vista del que se siente abandonado, sino del que toma la decisión de dar por terminada la relación y a partir de ese momento empieza a sufrir el acoso psicológico, el chantaje emocional, de la que otrora fue su pareja. ¿Qué hacer? ¿Cómo reaccionar, especialmente cuando tu ex se niega a aceptar todas las buenas razones que puedas darle y todos tus intentos por acabar la relación de una manera amistosa y sensata?

El desgaste psíquico puede ser enorme y la sensación de acoso puede llegar a ser asfixiante. Voy a ilustrarlo con un caso real, que por supuesto dejaré en el anonimato: Juan abandona el hogar por los motivos que sean y tiene dos relaciones extramatrimoniales sucesivas por falta de una. Elsa está desesperada porque aún quiere a Juan y está dispuesta a perdonarle todo con tal de que Juan vuelva a casa junto a ella. Pero él no contesta a sus constantes llamadas y mensajes o lo hace de mal humor, incluso a veces le dice a Elsa que le deje en paz e intente rehacer su vida con otra persona porque él ya no la ama y está perdiendo el tiempo y poniéndoselo difícil. Pasa un año entero, siguen separados pero todavía no han dado el paso del divorcio. Elsa se siente muy sola, el dolor le abrasa el corazón y acaba encontrando respeto y consuelo en otro hombre. Con el tiempo empieza a sentir amor por ese nuevo hombre que ha aparecido en su vida, todavía siente algo por Juan pero también sabe que Juan no quiere saber nada de ella y se impone la necesidad de apostar por su propia felicidad y su futuro. Al final Elsa se arma de valor y decide darlo todo por esa nueva relación que la hace feliz y le da un sentido a su vida, por ese hombre que la trata bien y sabe amarla y comprenderla.

Un día Elsa le comunica a Juan que quiere el divorcio. La separación se ha prolongado durante dos años y Juan parece estar cómodo así. Durante el último año a Juan no le han ido bien las cosas con sus escarceos amorosos, las relaciones no han prosperado. Juan empieza a sentir cierta nostalgia del pasado, a valorar cosas que en su día no supo o no quiso apreciar. Ahora es Juan el que insinúa la posibilidad de una reconciliación, el que (si la pareja tiene hijos) esgrime el bienestar de los niños como una razón de peso para olvidar infidelidades pasadas y recuperar la unidad familiar. Pero ya es tarde, Elsa está profundamente enamorada y, aunque amó con toda su alma a Juan, ya sólo quiere ser libre y darse una segunda oportunidad. Entonces Juan empieza a ponerse irracional y desagradable, ahora es él quien llama y deja mensajes en el móvil. Ahora es Juan quien empieza a hacer reproches, o quien llora desconsoladamente y asume el papel de víctima haciendo que Elsa, una mujer sensible y compasiva, se sienta una persona culpable y poco menos que adúltera. Juan ha tirado demasiado de la cuerda y la ha roto, ahora quiere enmendarla torpemente y no concibe que sea su mujer la que pida el divorcio. Se han invertido los papeles y Juan no puede aceptarlo.

Es un caso cien por cien real pero también es sólo un ejemplo. Pongo la mano en el fuego que más de uno (o una) se sentirá identificado (identificada) con esta historia. Siempre intento evitar el maniqueísmo, salvo contadas excepciones no hay buenos ni malos en los relatos de amor y desamor. Sí hay personas inmaduras o egoístas, o simplemente equivocadas, pero no malvados de película. Y sin embargo… ¡es tan grande el daño que puede hacerse!

Si has decidido dar por zanjada una relación y tienes razones para dar este paso, mantente firme en tu postura y no cedas al chantaje emocional, que a menudo es el fruto de la desesperación de tu pareja pero también, a veces, es un acto de manipulación disfrazado de desamparo y victimismo. Especialmente si tienes hijos, no dejes que nadie los utilice como un instrumento de ese chantaje sentimental que, si cedes a él, puede hipotecar el resto de tu vida y malograr tu felicidad. A los niños hay que protegerlos y buscar su mayor bienestar, pero no confundas la relación con tus hijos (vertical, si la representáramos en un gráfico) con la relación con el padre o la madre de ellos (horizontal, en ese mismo gráfico).

Cuando la ex pareja se obstina en negar la realidad de una ruptura (la realidad y la necesidad), las consecuencias de su sinrazón pueden llegar a ser extremadamente desagradables, además de prolongar innecesariamente una situación ya de por sí delicada y dolorosa para ambas partes (la que «abandona» y la «abandonada»). En semejante circunstancia sólo puedes hacer una cosa: examínate, mira en tu interior olvidándote de etiquetas y prejuicios sociales, y sobre todo del qué dirán, y si llegas a la conclusión de que tus razones son válidas y tus sentimientos puros… ¡ten el coraje de seguir adelante, por duro que sea! No permitas que las dificultades del proceso te hagan dudar o anulen tu voluntad. Concentra toda tu atención en el fin de ese proceso, en el desenlace. Piensa que, si obras con amor y sinceridad, Dios te bendecirá aunque tu ex pareja te maldiga.

José M. Guillén

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